Joaquín Francisco Pacheco y Gutiérrez Calderón
Boadilla del Monte

Joaquín Francisco Pacheco retratado por Enrique Mélida

Joaquín Francisco Pacheco (Ecija-1808, Madrid-1865). Político, jurista, escritor, publicista, redactor, académico y destacada figura del romanticismo conservador de la generación española de 1834. Fue ministro de Estado y presidente de varios de los gobiernos de Isabel II. Máximo representante de la corriente liberal moderada, los puritanos, ha sido una de las personas más sobresalientes en la historia del pensamiento político español.

Pacheco nació el 22 de febrero de 1808 en Ecija (Sevilla). Estudio la carrera de leyes en la universidad de Sevilla, periodo en el que escribió varias poesías: A la señora doña... de 1831, Una noche de 1832, Meditaciones publicada en 1834, Catón, etc.

A fines de 1833, finalizados sus estudios, se traslada a Madrid, en donde abre un bufete de abogados.

Fernando VII murió en septiembre de 1833, su esposa María Cristina, de 27 años, es nombrada regente, ante la minoría de edad de su hija Isabel II (3 años). Simultáneamente Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, se autoproclama rey (Carlos V) e inicia la primera de las guerras carlistas, caracterizada por una violencia y crueldad inusitadas. La iglesia y los absolutistas muestran sus simpatías y apoyos a los carlistas, los liberales a los isabelinos. "Mueran los liberales", "Mueran los frailes", gritaban los unos y los otros.

En 1834, Pacheco es redactor del Diario de la Administración y empieza a destacar en su labor de jurista con la publicación de Estudios de legislación y jurisprudencia (1834). También desarrollo una intensa labor de periodista, en un buen número de publicaciones: La Ley, el romanticismo conservador de La Abeja (que fundo con, Bravo Murillo, en 1834), El Conservador (que fundo junto a Ríos Rosas y Cárdenas), etc. "En las que hizo eminentes servicios a las ideas del orden y de la libertad bien entendidas", según Eugenio de Ochoa.

El 30 de noviembre de 1833, gobierno de Cea Bermúdez establece la división de España en las actuales provincias. El 10 de abril de 1834, el gobierno de Martínez de la Rosa promulga el Estatuto Real (al estilo de la Carta otorgada que diera a Francia Luis XVIII en 1814), que crea un nuevo sistema bicameral de próceres y procuradores, pero únicamente con capacidad para deliberar acerca de los asuntos que el rey quiera someter a su consideración.

Pronto se integra, Pacheco, en los círculos literarios de Madrid y escribe una de las obras literarias más representativas del romanticismo decimonónico: Alfredo, drama estrenado en 1835 y elogiadísimo por Espronceda y Donoso. El clima desgarrador de Alfredo se distingue con especial claridad en el conjunto de los autores de la generación del 34 (Martínez de la Rosa, Bretón, Larra, Ochoa, etc.), contribuyendo grandemente a la primera victoria del romanticismo en el teatro español. Su labor dramática continuo al año siguiente con Los infantes de Lara.

Las atrocidades carlistas, que la propaganda liberal atribuía a la Iglesia, trajeron la quema de conventos y matanzas de curas y frailes. En 1835 el presidente conde de Toreno, expulsa a la Compañía de Jesús y, en 1836, su ministro y sucesor, Mendizábal (artífice de la sublevación de Riego), necesitado de fondos para la guerra, opta por la desamortización de los bienes de las ordenes religiosas.

María Cristina de Borbón, por Vicente López, Museo del Prado.

Pacheco defendió con ahínco la propiedad eclesiástica contra la desamortización, exponía Pacheco en su Discurso sobre la dotación del culto y el clero: "Esta propiedad existía, señores, en todas las sociedades posibles; ésta es la propiedad grande, estable, permanente, que debe tener todas las ventajas, y a la que se debe revestir de todas las consideraciones de la inviolabilidad...".

María Cristina, que se vio obligada a aceptar la desamortización para derrotar a los Carlistas y conservar la corona, con remordimientos de conciencia, sustituyó a Mendizábal por el moderado Istúriz.

Pacheco, preocupado por las relaciones entre derecho y política, se presentó a las elecciones parlamentarias de 1836, siendo elegido diputado. En el mismo año publica, junto a Bravo Murillo y Pérez Hernández, tres tomos del Boletín de jurisprudencia y Legislación.

Las elecciones de 1836 dan la victoria a los progresistas y a pesar de ello, María Cristina mantiene a Istúriz en la presidencia. El 12 de agosto de 1836 y tras los rumores de que Istúriz gestiona una nueva intervención francesa, estalla el motín de La Granja (organizado por Mendizábal), donde unos sargentos consiguen hacer firmar a la regente la convocatoria de unas cortes constituyentes con el procedimiento establecido por la constitución de 1812.

Anuladas las elecciones, por el motín de La Granja, Pacheco no pudo sentarse en la cámara hasta 1837, en que fue elegido nuevamente diputado (por la provincia de Córdoba), iniciando una brillante carrera política.

La constitución de 1837, realizada a partir de la de 1812 y de la francesa de 1830, afirmaba el principio de soberanía nacional, pero fue de carácter tan moderado y conciliador (admitía la participación del Rey en la iniciativa legislativa, junto con los nuevos Congreso y Senado), que no satisfizo las aspiraciones de los más avanzados.

En 1839 Pacheco se hizo cargo de la Crónica Jurídica, dio a luz al cuarto tomo del Boletín comenzado años antes, publico Historia de las Cortes (1839) y, en los años siguientes, se hizo numerario de las Academias de Bellas Artes, Historia, Lengua Española, Ciencias Morales y políticas y de la de Jurisprudencia y Legislación, así como del Ateneo de Madrid (el nombre de Pacheco figura, hoy, en el libro de Autoridades de la Lengua Española). En el curso académico 1839-1840 del Ateneo explico Lecciones de derecho penal, publicadas después con el título Estudios de derecho Penal.

El 31 de agosto de 1839 el general Espartero firma el Convenio de Vergara con los carlistas, finalizando la guerra el 7 de junio de 1840. Espartero, es el héroe del momento, es nombrado presidente del gobierno y jefe del partido progresista (en oposición a Narváez, jefe de los moderados).

Pacheco fue elegido nuevamente diputado en 1840, por la demarcación de Avila. Con grandes dotes de escritor y orador, desarrollo una intensa labor parlamentaria, más práctico que teórico, ecléctico en sus planteamientos, guiados según su expresión por el buen sentido y la prudencia.

En 1840, Espartero dimitió tras la sanción por María Cristina de una ley anticonstitucional y por su intento de devolver los bienes expropiados a la Iglesia. El 1 de septiembre de 1840 estalla un pronunciamiento que obliga a María Cristina a reponer a Espartero, a cederle la regencia y a exiliarse.

Antiguo Congreso de los Diputados en 1843.

En los años cuarenta Pacheco fue redactor de El Correo Nacional, pero destacó sobre todo en el ámbito jurídico y dentro de este en el derecho penal. En 1843 publicó Comentarios a las leyes de la desvinculación.

Espartero sin formación económica, de origen humilde, impuso el librecambismo, arruinando a las nacientes industrias españolas. Barcelona se sublevó y Espartero la bombardeó, logrando poner a todos en su contra. Tras algunos pronunciamientos fallidos (y fusilamiento de sus autores: Diego de León en octubre de 1841, etc.), en julio de 1843 los generales Narváez, Serrano (moderados) y Prim (progresista) tienen éxito, logran expulsar a Espartero y declarar, el 8 de noviembre 1843, mayor de edad a Isabel II (de 13 años).

Pacheco se convirtió en el líder del grupo puritano dentro del partido moderado. Estaba formado por un selecto grupo de intelectuales (Pastor Díaz, Ríos Rosas, Istúriz, etc.) y suponía un intento centrista, dialogante y deseoso de ofrecer a los progresistas (la izquierda) una alternativa de poder. Pacheco fue promotor de la conciliación liberal y muestra fehaciente de que no toda la gama política española de la época mantenía actitudes cerriles e irreconciliables. Junto a los puritanos aparecieron los oportunistas, los indefinidos como González Bravo, Mon y Pidal, el marques de Miraflores, Sartorius, etc. pues la carga doctrinal de Pacheco resulto de lo más imponente para su época, sus ideas fueron desarrolladas después en la época de la Restauración, precisamente por uno de sus seguidores, Antonio Cánovas del Castillo.

El nuevo presidente, Olózaba, dimite tras hacer firmar a la reina, la disolución de unas cortes incomodas, el siguiente, González Bravo, (dictador y violento) al tachar de "ilustre prostituta" a María Cristina.

Isabel II, junto a la infanta Isabel, por Winterhalter, Palacio Real (Madrid).

El 18 de octubre de 1844 se presentó en las cortes, de mayoría moderada y bajo el gobierno de Narváez, un proyecto de reforma de la constitución. Las discusiones sobre si se debía reformar la de 1837 o redactar una nueva crea división entre los moderados. Los puritanos, liderados por Pacheco fueron partidarios de mantener la constitución de 1837, pero triunfaron los que abogaron por una constitución nueva. La constitución de 1845 fue mucho más moderada que la de 1837, suprimió el principio de la soberanía nacional, estableciendo la soberanía compartida Rey-Cortes, proclamó la catolicidad de España, recortó el poder de los municipios, redujo en número de electores y suprimió los juicios por jurado.

Al año siguiente, Narváez dimite al pretender María Cristina casar a la reina con su hermano. En octubre se casa Isabel II con Francisco de Asís y se inicia la segunda guerra carlista. El nuevo presidente, Miraflores, dimite al no aguantar la connivencia de María Cristina con Salamanca y de nuevo Narváez, que vuelve a dimitir (a los 18 días) al sorprender a María Cristina jugando a la bolsa con información privilegiada.

Tras la dimisión de Istúriz, Salamanca gestiona la formación de un gobierno puritano. La reina (a quien Salamanca había enseñado a ganar en la bolsa) llamó a Pacheco para tal fin. El 28 de marzo de 1847, Pacheco ocupó la Presidencia del Consejo de Ministros y la cartera de Estado, en compañía de Pastor Díaz, Salamanca, Mazarredo, Sotelo, Vaamonde y Benavides. El pueblo creyó que el reino se encaminaba hacia el progresismo y vitoreaba a la reina en todas sus presentaciones publicas, pero Pacheco no logró proyectar su ideario, su rodaje ya dependía en exceso de la marginación progresista, de los cabildeos de Palacio y de las discrepancias internas de un partido volcado más en el orden y la ilegalidad que en la práctica de las libertades.

El 5 de mayo de 1847 Pacheco disolvió las Cortes, en las que se encontraba en minoría. El 31 de mayo dictó un real decreto de amnistía, como gesto de política tolerante, que se extendió a personajes simbólicos como el progresista Olózaga o el viejo Manuel Godoy, pero no logró una integración de los progresistas en el régimen. La oposición del grueso del partido moderado impulsada por Pidal se acentuó ante las propuestas de liberalización (prensa, censo electoral,...) y empezaba a pensar más en Narváez que en Pacheco. Tampoco contó con el concurso progresista, en un proceso de debate doctrinal.

El rey consorte, Francisco de Asís, llamado Paquita por sus gustos afeminados, quería gobernar (había gastado ocho millones de francos en la consecución de las voluntades necesarias para su boda) pero ni la reina ni los ministros lo consintieron. Francisco abandono la Corte e Isabel empezó a entenderse con Serrano, Ros de Olano, Salamanca, etc. Francisco llamaba a Serrano "el pequeño Godoy", la reina se quedó embarazada y Pacheco no encontrando salida a la "Cuestión de Palacio", solicita a la reina que se haga venir a Narváez desde París. Finalmente Francisco, Sexualmente impotente, admitirá la paternidad de los hijos de Isabel a cambio de un millón de reales por cada uno.

Por entonces la insurrección carlista se había extendido a Toledo y Valencia. Las críticas a la gestión económica y financiera del ministro Salamanca tuvieron notables consecuencias políticas (Salamanca se autoconcedió una generosa subvención para su línea férrea Madrid-Aranjuez), bloqueando la actividad gubernamental, en una secuencia de dimisiones que desembocaron en la de Pacheco el 31 de agosto de 1847 (no siendo substituido hasta el 12 de noviembre por el gobierno híbrido de Florencio García Goyena).

Durante el mandato de Pacheco, los progresistas volcaron sus expectativas de recuperar el poder perdido en 1843, pero la escasa duración del gobierno de Pacheco, no lo permitió. En 1848 estalla la revolución en París, Turín, Roma, Nápoles, Florencia, Viena, Prusia, etc. y el 26 de marzo de 1848 estalla en España una insurrección protagonizada por jóvenes progresista (Orense, Rivero, Sagasta, etc.) demandando el sufragio universal, la plena democracia, la redención de las clases trabajadoras y la república. Narváez, ya prevenido, dominó la situación.

Desde su salida del gobierno, Pacheco ocupó por tres veces la embajada española de Roma, también destacó vivamente en la redacción del Código Penal de 1848 (substituto del de 1770).

El nuevo gobierno del 12 de noviembre era reflejo de la heterogeneidad de la situación compuesto por moderados (Florencio García Goyena), puritanos (Salamanca) y progresistas (Ros de Olano). Precaria solución que no podía durar mucho. Narváez volvió auspiciado por el núcleo central del partido e incluso por los puritanos, tras la alarma del movimiento revolucionario de 1848. La segunda guerra carlista finalizó en 1849. La influencia de sor Patrocinio (la monja de las llagas) sobre los reyes causa la caída de Narváez el 18 de octubre de 1849, substituido por el gobierno relámpago del conde de Cleonard, que solo duro 27 horas, tras las cuales volvió Narváez.

En 1849, Pacheco publicó El Código Penal concordado y comentado, en tres volúmenes.

El 31 de octubre de 1850 el congreso se traslada al edificio actual. El 14 de enero de 1851 Bravo Murillo substituyó a Narváez en la presidencia e intento reformar la constitución, con objeto de reforzar el poder del ejecutivo y disminuir el del parlamento, lo que acabó ocasionando su caída. El 2 de febrero de 1852, Isabel II, sobrevive al atentado del cura y destacado carlista, Merino.

Los senadores rechazaron una proposición de ley de Sartorius (presidente desde 18 de septiembre de 1853), sobre las concesiones de los ferrocarriles. Sartorius, encubriendo los escándalos ferroviarios de María Cristina y Salamanca, reaccionó destituyendo a todos los funcionarios públicos que habían votado en favor de la derrota y desterrando a los generales involucrados O'Donnell, Serrano, Concha, etc. Ante el clamor general, O'Donnel se subleva el 13 de junio, pronunciamiento conocido como la Vicalvarada y el 6 de julio firma, junto a Pacheco, González Bravo, Olózaba, Ríos Rosas, etc. el manifiesto del "Manzanares", redactado por Cánovas del Castillo:

"Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que lo deshonre; queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de impuestos, fundada en una estricta economía... Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la nación..."

Entrada triunfal de Espartero en Madrid el 29 de julio de 1854

La revolución se extendió por toda España, las turbas asaltaron las casas de Sartorius y María Cristina, la Reina no encontró otra solución que llamar a Espartero. Se establecieron unas cortes constituyentes y el 28 de julio de 1854 Espartero volvió, aclamado y vitoreado en la Puerta de Alcalá, a presidir el gobierno. La columna vertebral del nuevo gobierno estaba constituida por los progresistas (Salazar, Alonso, Luján, Santa Cruz, Collado) y con ellos los "puritanos" Pacheco, con la cartera de Estado y O'Donnell en el ministerio de la Guerra.

El pueblo pedía el encarcelamiento de María Cristina y Muñoz, pero Espartero y O'Donnell se encargaron furtivamente de la huida de ambos. Al conocerse la fuga, se produjeron desordenes y se solicito la dimisión de Espartero.

En 1854, partiendo del manifiesto de "Manzanares", los puritanos (como Pacheco) y los progresistas más conservadores (como Olózaba) firman un manifiesto de unión política. En 1854 concurren juntos a las elecciones, como la Unión Liberal.

Al caer Espartero, se inicio el bienio progresista (1855-56). Se convocaron cortes constituyentes, con arreglo a la constitución de 1837 y se implantó el sistema métrico decimal.

La reina presidió el acto de apertura de las Cortes Constituyentes el 8 de noviembre, y pronunció un discurso, que por obra y gracia de las brillantes oratorias de Pacheco, redactor del escrito, recibió una ovación tan intensa como no recordaba otra desde los tiempos de la presidencia del mismo Pacheco.

El 1 de mayo de 1855 se promulga la Desamortización de Mádoz, sobre todas las propiedades en manos muertas (no solo de las de la iglesia), que acabó arruinando a los municipios y un decreto de libre contratación, que ocasionó importantes huelgas de obreros.

La ley de desamortización de Mádoz, ocasionó una fuerte reacción de Roma, que amenazó con romper el Concordato. Pacheco, por entonces embajador en Roma, volvió a España y el nuncio abandonó Madrid.

En 1856 se acabó de redactar la nueva constitución, basada en la soberanía nacional, la libertad de imprenta, el sufragio universal, el jurado popular, la libertad religiosa, etc., pero tras los motines de 1856 en Castilla la Vieja, Narváez terminó con la experiencia progresista, se hizo con el poder, promulgó la constitución de 1857 y prohibió las asociaciones obreras. Todo ello volvió a provocar nuevos motines en Andalucía. Narváez dimitió en octubre de 1857, tras el incidente "del baile" con el nuevo favorito de la reina: Puig Moltó.

La unión Liberal se constituye formalmente en partido político el 28 de noviembre de 1858, al formar gobierno O'Donnell. Se intento popularizar la monarquía con una amplia gira de la reina por España, 1861-62, y aglutinar a la población con grandes obras publicas y románticas aventuras exteriores (la recuperación de Santo domingo, la guerra en Conchinchina -donde habían matado a varios religiosos españoles-, la expansión en el Mahgreb -tras un ataque cabileño-, el desembarco en Méjico, la guerra del Pacífico, etc.).

Los progresistas ante la imposibilidad de triunfar en unas elecciones restringidas (se requería poseer 400 reales para votar), empezaron a alejarse del régimen y a pensar en la república (Prim, Sagasta, etc.). El gobierno, falto de oposición, se encontraba abocado a casi una dictadura.

El 1 de marzo de 1864, Alejandro Mon es nombrado Presidente, procedente del puritanismo y temporalmente unido al discurso de Unión Liberal, puso a Pacheco al frente del Ministerio de Estado. Restablecieron la constitución de 1845, pero no lograron convencer a los progresistas para que adoptaran una actitud de participación. El 16 de septiembre, las disensiones internas provocaron la caída del ministerio Mon y de Pacheco y los progresistas acabaron buscando, fuera del sistema electoral, nuevas estrategias insurreccionalistas.

Narváez reconquisto el poder y a los siete meses, de nuevo O'Donnell, con la vana esperanza de integrar a los progresistas.

La fama de Pacheco como abogado fue por aquel tiempo superior a toda ponderación; sus opiniones se citaban con autoridad, y la mayor parte de ellas se han ido incorporado a las leyes. Entre sus defensas más notables se encuentran la del obispo de Plasencia y la de Jerónimo Gener.

En 1865, Pacheco, fue elegido presidente de la Academia de Bellas Artes, pero murió en Madrid el 8 de octubre de 1865, sin haber podido tomar posesión de dicho cargo.

O'Donnel murió exiliado en 1867. En 1868 murió Narváez, estalló la revolución y se proclamó la primera república.





Otras obras de Pacheco:

Bibliografía:


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