El uso de luminarias para la iluminación de exteriores, con un inexistente o inadecuado apantallamiento, enviando la luz hacia el cielo en lugar de hacerlo exclusivamente sobre el suelo, ocasiona, a consecuencia de la reflexión y difusión de la luz de tales luminarias en los gases y en las partículas del aire, lo que se conoce como contaminación lumínica.

El resplandor producido por la luz que se escapa hacia el cielo, en las instalaciones de alumbrado de exterior con un inadecuado apantallamiento, produce un incremento del brillo del fondo natural del cielo y una ocultación de las estrellas del firmamento, haciéndose imposibles las observaciones de objetos astronómicos por contraste con el fondo del cielo, pues un incremento del brillo del fondo disminuye este contraste e impide ver los objetos con un brillo similar o inferior al del fondo.

La siguiente es una imagen de la provincia de Madrid desde el puerto de los Leones.

El "globo de luz" sobre Madrid alcanza los 20 Km. de altura y unos 40-50 Km. de anchura, siendo visible incluso a 300 Km. de distancia, no es más que luz no necesaria, no utilizada y perdida hacia el cielo. Además, impide la observación y estudio del cielo estrellado.

La causa principal es el mal diseño de las luminarias de tipo esféricas que envían parte de la luz por encima de la horizontal. La utilización masiva de este tipo de luminarias por algunos ayuntamientos, como el de Boadilla del Monte, ha hecho incrementar el nivel de contaminación en los últimos años.

El impacto ambiental de la contaminación lumínica no puede eliminarse totalmente pero, con las medidas adecuadas, puede reducirse notablemente. Esta cantidad de energía que se lanza por encima de las ciudades repercute directamente en la factura energética. Pagamos muy cara la luz de las ciudades porque desperdiciamos mucha.